Seguramente, nunca hemos compartido un café en un bar con un lux. Tampoco comprado zapatos acompañados de un lumen. Ni la candela ha sido testigo de la lectura de un buen libro. Sin embargo, siempre están presentes para definir aspectos técnicos de la luz. Son claves para proyectar un diseño lumínico que responda a las necesidades y gustos de las personas. Pero son los intangibles de la luz, lo que “no se ve”. La intensidad, dirección, temperatura de color, índice de reproducción son herramientas de diseño. La gente, el usuario común, vive la luz de manera distinta, sensorial, sin razonamientos técnicos ni intelectualizaciones. La luz que percibe a través de sus ojos despierta emociones y sensaciones físicas y psicológicas. La respuesta es inmediata, inconsciente y subliminal. La luz permite crear una atmósfera determinada, un clima relajado o dinámico. Las personas interactúan con el espacio y reaccionan de manera positiva o negativa de acuerdo a sus expectativas e intereses. Luz directa, fuertes contrastes. La general, más difusa. La ausencia de sombras, luz indirecta. Las sombras que se generan en planos crean fuertes estímulos visuales, modificando el espacio, creando puntos focales y texturas, ganando atractivo. En ámbitos interiores, exteriores e incluso a nivel urbano, se desarrollan muchos eventos donde la luz es la protagonista. En ese sentido, se destaca el Festival de las Luces de Lyon (Francia). Cada diciembre, la ciudad se transforma en una enorme escenografía de luz. Una antigua tradición de los habitantes de colocar en sus ventanas vasos con velas ha creado, pasadas varias décadas, un espectáculo que convoca a miles de personas de todo el mundo. Durante tres noches, decenas de artistas instalan sus creaciones de luz y sonido en fachadas de edificios históricos, puentes y plazas. Las calles de Lyon se ofrecen como lienzos gigantes para la proyección de animaciones y mappings que combinan luz y sonido. Los asistentes recorren, fascinados, paseos que cuentan historias de distinta temática. Los ríos Ródano y Saona se convierten en espejos que reflejan el show de luces nocturno que anticipa las fiestas de fin de año.
Grupo Faro
En Argentina, el Grupo Faro realiza intervenciones lumínicas con el fin de rescatar el pasado cultural y revalorizar edificios históricos. Un grupo de entusiastas de la luz se reúne para proyectos puntuales donde se utiliza el poder la luz. Se llevaron a cabo varias intervenciones efímeras a lo largo de los últimos años. Palacio Barolo, barrio de San Telmo, arquitectura de Francisco Salamone en las ciudades de Azul y Laprida, y Casa Curutchet, en La Plata, entre otras. Hemos comprobado, en cada proyecto, el interés que despierta la luz en la gente. Observamos los monumentos o edificios modificados temporalmente con luces de colores, cálidas y frías, efectos rasantes destacando texturas o realzando detalles imperceptibles durante el día. Disfrutamos ver la expresión en las caras de adultos y niños cuando redescubren su entorno de otra manera.
Olafur Eliasson
En el año 2003, el reconocido artista Olafur Eliasson diseñó The Weather Project en la Turbine Hall del Tate Modern, en Londres. Al final del largo salón de 155 metros, ubicó un enorme sol artificial. Pasados los años, se sigue recordando el proyecto pero principalmente por las reacciones de las personas, que transitaban el lugar o se acostaban en el piso para ver las reflexiones de esa fuente de luz en el techo. Casi como tomar sol en una playa pero en un interior. La luz crea esa magia que solo se puede experimentar en el lugar, cuando “toca” los objetos y superficies. Difícil saber de antemano cuáles serán las reacciones de las personas ante ese estímulo. Se puede diseñar, anticipar un resultado pero siempre será un misterio hasta que la luz se encienda en el espacio . |