El ingeniero Roberto Moriones se desempeña como gerente de la empresa AEA, dedicada a ingeniería en automatización. Hoy, conocemos otra cara de él: su gusto por andar en moto, que lo ha llevado a recorrer rutas de todo el mundo. “Como dijo Freddie Mercury ‘yo vivo mis días, ya no cuento mis años’”, dice.
Tengo una Kawasaki ZX6 Ninja, que uso habitualmente en rutas pavimentadas, porque es baja. Para ripio, suelo alquilar una BMW de la serie GS.
Ando en moto desde los 17 años (empecé con una Zanella 175 Ponderosa, a la que llevé más yo a ella que ella a mi , ya que se le empastaba la bujía cada dos por tres).
Es una de mis pasiones. Podés hacer caminos que ni siquiera una 4x4 puede. Da sensación de libertad, sentir el viento en la cara es indescriptible. Las curvas son la mayor satisfacción, una verdadera danza.
Hice la ruta 40 desde La Quiaca hasta Ushuaia y me encontré con motociclistas de todo el mundo. Una verdadera camaradería, no importa por dónde circules ni la moto que manejes; eso con el auto no sucede, ¿no?
El año pasado hice la ruta de la Bohemia, 4.100 kilómetros por los países del este europeo y la famosa ruta del Transfăgărășan. Una anécdota: éramos varios entusiasmados por llegar a Transilvania, a las tierras del conde Drácula, para visitar su castillo y traernos colmillos para clavar en el cuello de nuestras víctimas (!). Cuán grande fue nuestra decepción: el castillo está en ruinas, cerrado al público.
Y este año, África: 3.500 kilómetros por Tanzania y su archipiélago de Zanzívar, y Kenia. Siempre sobre dos ruedas, toda una aventura.
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